16.8.06

Puntos suspensivos

Las intenciones, siempre encomiables. La realidad, a veces tozuda. Las buenas noticias, más bien escasas. Terminamos haciéndonos a lo peor, y lo menos malo acaba por parecernos motivo de satisfacción.

El hiato en la escalada de muertes en carretera es, sin duda, un respiro: el carné por puntos parece que funciona --al menos, lo hará hasta que nos acostumbremos--.

Pero no todo el mundo comprende que lo peor que le puede pasar a uno cuando supera en más de un 50 por ciento la velocidad permitida no es que le pillen. Ni tragarse una multa que, a según que edad, le puede dejar hecho polvo. Tampoco tener que someterse a un cursillo de reciclaje, con los euros por delante y el orgullo bien guardado. Ni siquiera quedarse sin carné una temporada, por mucha falta que haga.

Lo peor es ser portada de periódico un 16 de agosto, detrás de un número negro. Cuarenta y tres muertos, uno detrás de otro, siguen siendo muchos. Y la posibilidad de encontrar muy pronto más titulares como este, un bien posible...

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