17.1.07

Fuendetodos, de capricho

El pueblo natal del pintor aragonés Francisco de Goya abre las puertas de la casa que le vio crecer y descubre la faceta más personal de su obra. Conocer las raíces del genio es un placer para los cinco sentidos.

SAMUEL NEGREDO

Los artistas están a menudo marcados por sus localidades de origen. Igual que quien quiere conocer a Dalí acude a Figueres, o quien quiere profundizar en la figura de Picasso se traslada a Málaga, el paseo por las cuestas empedradas de la localidad de Fuendetodos —en el sur de la provincia de Zaragoza— es una cita obligada para descubrir a Francisco de Goya en los primeros años de su vida y en las obras de pequeño formato en las que más volcó su franqueza: los grabados.

El nombre de “Fuendetodos” tiene su origen en la Fuente Vieja del pueblo, conocida ya en la Edad Media como “la fuente de todos”, debido a su abundante caudal. En la actualidad, esta localidad de la comarca del Campo de Belchite, situada a 47 kilómetros de la capital aragonesa, no llega a los 200 habitantes. Sin embargo, el magnetismo que irradia la memoria de su morador más ilustre y el desarrollo de la industria del turismo rural han acortado las distancias. ¿Qué mejor forma de conocer a alguien que visitando su casa?

La ruta de Goya en Fuendetodos comienza en el Museo del Grabado, en el número 3 de la calle Zuloaga. Esta instalación, inaugurada en abril de 1989, permite conocer parte de la obra gráfica del artista a lo largo de las tres plantas de una casa de piedra reconstruida. La entrada cuesta 1,80 euros (hay un precio reducido de 1,20 euros para niños, estudiantes, parados, jubilados y grupos), y da acceso tanto a este museo como a la casa natal de Goya y a la sala de exposiciones Ignacio Zuloaga, donde no se venden entradas.

El recorrido cronológico por los grabados de Goya comienza en la planta superior. Donde durante mucho tiempo estuvo el granero, se exponen ahora Los caprichos, una colección de 80 estampas, la única creada por Goya antes del cambio de siglo —entre 1797 y 1799—. Esta serie ha legado a la Historia el célebre grabado autobiográfico El sueño de la razón produce monstruos.

Ningún tema le fue ajeno al pintor de Fuendetodos, crítico mordaz de la sociedad de su tiempo. En las estampas ha quedado reflejada su caricatura de la prostitución, la brujería, la mala educación, los matrimonios de conveniencia… El visitante descubre, por ejemplo, que Si amanece, nos vamos no es sólo un madrugador programa de radio, y se asombra y se divierte con el ingenio de Francisco de Goya.

En la primera planta, tres pequeñas estancias albergan otras tantas colecciones. Los desastres de la guerra, salidos del buril del genial artista entre 1810 y 1815, son testimonio del horror, del hambre y del heroísmo. A dos pasos, las 40 estampas de La tauromaquia, fechadas en 1815, son un viaje en la historia de esta tradición, que enfrenta al visitante con la crueldad de algunas suertes hoy olvidadas, y con el origen de otras que aún hoy perviven. La última sala es la de Los disparates, una muestra de 22 piezas que datan de entre 1816 y 1824.

El museo cuenta con una muy recomendable tienda en la planta baja, donde por 9 euros es posible llevarse a casa reproducciones de algunos de los grabados expuestos, y también otros productos de esta técnica, procedentes del Taller de Grabado de la misma localidad. Bajo el nombre de Corona de Aragón Disparates, se comercializa por 54 euros una colección de seis vinos con denominación de origen Cariñena y un etiquetado especial. El lote se compone de un garnacha, un cariñena, un tempranillo cabernet, un merlot, un vino macabeo fermentado en barrica y un syrah, todos de 2005.

Si ninguno de estos caprichos tientan al visitante, por un euro y medio puede adquirir un facsímile de las cartillas que el pintor Ignacio Zuloaga mandó escribir para que los escolares de Fuendetodos conocieran a su ilustre paisano; un recuerdo económico, informativo y con encanto.

Bajando por la calle Zuloaga, se llega hasta la plaza de España, donde se localiza la tienda de alimentación de Montse, punto de abastecimiento para muchos fuentetodinos. La especialidad de este coqueto establecimiento son los embutidos caseros, el chorizo, la longaniza y la morcilla. En el horno goyesco de al lado, el forastero no puede dejar de pedir las tortas de miel típicas del pueblo.

El barrio alto
De esta plaza parte la empinada calle Libertad, que lleva hasta la iglesia de la Asunción, levantada en el siglo XVII. El templo, situado en el Barrio Alto de Fuendetodos, quedó severamente dañado durante la Guerra Civil, hasta el punto de que se destruyó la primera obra conocida de Goya: las puertas y el entorno un armario de reliquias. Lo que sí se conserva en el edificio, que tuvo que ser restaurado en los sesenta, es la pila bautismal de granito jaspeado y piedra negra de Calatorao en la que fue bautizado Francisco de Goya. Para verla, hay que tener en cuenta que la parroquia sólo abre en horas de culto, o concertando una visita en grupo.

Los mayores atractivos de Fuendetodos se sitúan en la parte baja, junto a la carretera. Pero, aun a sabiendas de que no podremos entrar a la parroquia, merece la pena ascender hasta sus alrededores, contemplar la fachada y pasearse por la plaza de las Reliquias.

La sencillez de esta explanada sobrecoge al atardecer. Dos árboles caducifolios de gran copa, casi desnudos a estas alturas del otoño, escoltan a una estatua de jaspe azulado, erigida en 1920 por Ignacio Zuloaga y amigos en honor a Goya, “para que el espíritu del artista inmortal, que la Gloria extendió por todo el mundo, viva en el pueblo que le vio nacer”, según reza en el pedestal. El genio muestra un gesto terriblemente serio. A sus pies, crece la vegetación silvestre entre las baldosas. Como telón de fondo, el color verde y parduzco de la elevación sobre la que se extiende el pueblo —unos 750 metros—, salpicada, aquí y allá, por los aerogeneradores impulsados por el cierzo helador.

La figura del autor de Los fusilamientos del dos de mayo —esta fecha ha servido para bautizar una de las principales arterias de la localidad— se dibuja en cada esquina de Fuendetodos: hasta las papeleras muestran su efigie.


Casa natal
Volviendo a la parte baja, de la plaza de España surgen dos vías como prolongación natural de la calle Zuloaga: la calle de la Alhóndiga y la de Goya. Si se toma esta última, más elevada, enseguida se alcanza a ver desde un mirador la casa natal del pintor. Allí, otro busto, hecho de hierro forjado y menos figurativo que el de 1920 —aquel era obra del escultor Julio Antonio; este es de Gonzalvo—, establece un diálogo visual con el hogar en el que el genio pasó los primeros años de su vida.

Bajando por una rampa, la sencilla casa de labradores situada en el 15 de la calle Alhóndiga se muestra abierta y reluciente tras su recuperación, impulsada desde principios del siglo XX por un grupo de artistas encabezado por el pintor Zuloaga, con el apoyo de los parientes de Goya. Destruida y saqueada en la Guerra Civil, una nueva restauración, ejecutada entre 1981 y 1985, le permite mostrar su estado actual. En 1982, la casa natal de Goya fue declarada Monumento Histórico Nacional.

En la fachada de piedra destacan las dos ventanas y la puerta, todas ellas enmarcadas con pintura blanca, alineadas en vertical, y de tamaño menor cuanto más altas. El vano de la primera planta está adornado con geranios rojos, una explosión de color que rompe la sobriedad del conjunto.

Nada más entrar, a la derecha, la antigua cuadra es el punto de partida de la inspección curiosa a las estancias que fueron lugar de juegos de Francisco de Goya en su infancia. Toda la casa está decorada con enseres, muebles y cuadros como los que había en aquellos tiempos. Este cuidado por el detalle se percibe especialmente en la cocina, donde junto a la cadiera —así se llama a los fogones típicos aragoneses, situados casi a ras de suelo— se expone una docena de platos añejos de cerámica.

En el piso superior, de nuevo, manda la sobriedad: sólo hay dos pequeñas alcobas y una sala principal —acondicionada con paneles informativos—. Ya lo precisó el pintor en una carta a su amigo Martín Zapater: “Para mi casa no necesito de muchos muebles, pues me parece que con una estampa de Nuestra Señora del Pilar, una mesa, cinco sillas, una sartén, una bota y un tiple y asador y candil, todo lo demás es superfluo”. El granero también se puede visitar, escaleras arriba, pero se encuentra vacío.

El grabado, hoy
Aquí termina el viaje al pasado. Pero la sorpresa es que hay más arte que ver: la sala de exposiciones Ignacio Zuloaga, inaugurada en 1996 en el edificio contiguo a la casa de Goya, programa muestras de arte gráfico contemporáneo. Hasta el 10 de diciembre, ha acogido una exposición íntegramente compuesta por fondos del Museo del Grabado de Fuendetodos, procedentes de donaciones realizadas en los últimos años. Y no son estampas de segunda fila: de las paredes de la Sala Zuloaga han colgado desde obras de Eduardo Arroyo hasta fondos donados por el Museo Nacional de Taiwán.

El arte del Goya observador, la historia de sus primeros pasos en la vida, la belleza de las nuevas formas plásticas, el sabor del ternasco recién asado, los afrutados caldos de Cariñena, el tacto rugoso de las sencillas casas de piedra, las fuertes pendientes de las calles y el suave sonido del cierzo que se cuela por las esquinas hacen de una escapada a Fuendetodos un capricho para los cinco sentidos.

Más información en STILLlooking
- No todo es Goya. Otros puntos de interés
- Sabores pintorescos. Dónde comer en Fuendetodos
- Fotos de Fuendetodos en Flickr. Por Samuel Negredo

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Felicito a Samuel Negredo, por su página, queremos ir a visitar Fuendetodos, y me interesaba saber donde comer, esta página me ha solucionado mis dudas. Gracias por tu aportacion al conocimiento. Beatriz. Teruel 12 Enero 2008

12:01  

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